Esta semana he podido visitar esta exposición, donde sabía que Sorolla no me dejaría indiferente y volvería a inundarme con su luz. Me sigue fascinando su dominio del color, y del movimiento de sus escenas, que cobran vida con esas pinceladas que parecen realizadas al azar y que en su conjunto, y visionándolas con cierta lejanía, te dejan sin aliento.
La muestra, organizada por el Museo Meadows (Dallas), el Museo de Arte de San Diego y la Fundación Mapfre, con la contribución de la Hispanic Society of América, y el apoyo de The Meadows Foundation, llega por primera vez a España.
Sorolla nos abre la exposición mostrando cómo, años antes de su llegada a Estados Unidos, algunas de sus obras más importantes ya formaban parte de las colecciones norteamericanas. Llegando muchas de esas obras de la mano de dealers europeos adquiridas en las exposiciones de París, Múnich, Berlín o Londres. Las más importantes y premiadas como,¡¡Otra Margarita!! y ¡Triste herencia!, no fueron, adquiridas por el Estado español y encontraron su lugar en Estados Unidos, que hoy nos brindan la oportunidad de disfrutar de ellas.
La influencia de Velázquez y los artistas nórdicos enriquecen la pintura de Sorolla entrelazando las tendencias de Europa y el realismo social, de tal forma que llega a dominar los temas de moda y reafirma al pintor con un estilo único, soberbio y original.
